No se debería justificar la falta de calidad con el aprovechar la ocasión, el instante único.
La premura en el trabajo no es precipitación, del mismo modo que improvisar no equivale a descuidar.
La capacidad de improvisación no se improvisa. Es una agilidad que se cultiva mediante el entrenamiento y el método.
Para poder atrapar a «el instante» debemos anticiparnos estando en el lugar oportuno en el momento adecuado, y cuando aparezca ser capaces de reconocerlo, reflexionar y actuar sin demora.
También debemos saber reconocer cuando se nos ha escapado la ocasión. El pretender aprovecharla a toda costa sólo nos conduce a perpetuar una caricatura de un momento único que no volverá.